Carácter y género

Nuestro carácter se forma principalmente en la niñez y adolescencia. En este periodo creamos estrategias para que nos reconozcan, nos acepten y nos quieran, junto con aprendizajes para poder enfrentar las situaciones que nos rodean. Se construye así nuestra subjetividad, nuestros modos de sentir y funcionar en el mundo y nuestra idea de nosotros mism@s: “Yo soy así… ”.

En esta construcción intervienen los modelos y mandatos de nuestras figuras parentales y/o significativas y de nuestro contexto cultural: “No hagas…, No digas…, Tienes que…, No seas…, Eso no se hace. Debes…”.
Tomamos desde muy temprano estos mandatos sin reflexionar ni discriminar y los hacemos propios, es decir “introyectamos”: tragamos todo lo que nos dicen sin masticar ni digerir, porque eso es lo que se espera de nosotr@s. A medida que crecemos estos introyectos nos alejan de nuestra parte más autentica, haciendo que funcionemos muchas veces en forma automática y rígida, perdiendo así nuestra espontaneidad.

 

Desde el trabajo con el eneagrama C. Naranjo nos dice que: “las diversas neurosis de carácter son respuestas típicas alternativas que nos construimos las personas frente a la cultura” y que hay caracteres que parecen corresponder “predominantemente” a un sexo u a otro. Y aquí mi pregunta ¿Nacemos hombres y mujeres psicológicamente hablando? O esta diferencia se va creando a medida que nos identificamos con un género u otro: femenino / masculino. Hablamos de género no como el sexo biológico sino la construcción social en torno a los mandatos y creencias de cómo es ser hombre y ser mujer. Estos mandatos nos dicen cómo debemos sentir y que debemos hacer por pertenecer a un sexo u otro, y los modelos que nos trasmiten para ello desde niñ@s. A esto lo llamamos introyectos de género.

En el trabajo de prevención de violencia de género con niñ@s y adolescentes encuentro que se continúa reproduciendo roles de género rígidos y estereotipados que provocan sufrimiento a ambos sexos y generan desigualdad. La diferencia no es el problema, sino lo que hacemos con ella. Comparto algunas frases” a las chicas nos importan más las relaciones que a los chicos”, “las chicas son más sensibles y los chicos más duros”, “los chicos toman la iniciativa y las chicas están disponibles”. Las mujeres siguen encargadas de los aspectos emocionales de las relaciones y lo privado (cuidar, comprender, aceptar, etc.) y los hombres de los aspectos activos y públicos (proponer, hacer, proveer, etc.), con los costos emocionales y limitaciones que cumplir estos modelos supone. Además de culpa, confusión y rechazo sí se transgreden estos mandatos. Otras frases: “Si una chica liga con muchos es una…”, “si un chico liga con muchas es un…”, “si un niño es muy sensible…” o si “una niña es muy enérgica…” y más. Pensarán que esto es de otra época pero no, es de ahora mismo. El patriarcado-sexista continúa.

Y entonces, ¿qué podemos hacer? Por una lado trabajar para una educación no patriarcal, donde tengan el mismo valor lo masculino y lo femenino, donde ambos aspectos tiendan a la integración y no sean opuestos en situación de sumisión /dominación, sino complementarios. Y desde la terapia, vemos qué sucede si tomamos estas características como extremos de una misma polaridad que tod@s tenemos. A medida que me identifico con un polo rechazo el otro. Si sólo miro las cosas desde un punto fijo limito mi capacidad creativa para responder. Y ¿qué pasara con lo rechazado? Aparecerá como algo extraño a mí y será nuevamente negado, o no podré usar esa emoción o capacidad cuando la necesite. Si sólo soy fuerte ¿podré ser flexible, sin vivirlo como algo negativo? Si sólo me ocupo de los demás ¿podré ocuparme de mí, sin sentirme egoísta? Soy activo ¿sabré parar? Soy tierna ¿qué hago con la agresividad?

Proponemos identificar y experimentar nuestras polaridades, las de género y las otras, y buscar el punto de equilibrio y de encuentro. Proponemos revisar nuestros deberías y automatismos. Reconocer nuestros introyectos, masticarlos y masticarlos, para sacar fuera lo que no sirve, lo que me limita, y reincorporar y atender lo que sí. Aunque esto no sea lo que se espera de nosotr@s.

Alejandra Sosa Chaparro (Mayo 2010)

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