Apuntes sueltos de 30 años de profesión

Este septiembre cumplo 30 años como psicoterapeuta. Celebro que a día de hoy me sigue gustando, es más, me sigue entusiasmando mi trabajo. Me fascinan las personas y lo que sucede entre nosotras. Disfruto mucho con la gente a la que le gusta el trabajo en común y sigo profundamente interesada por las personas que quieren curarse a través de desvelarse indagando en sí mismas. En oposición a esa disposición mía, fue muy enriquecedor, y también chocante para mí, dar con mi desinterés hacia los demás; me permitió adquirir una distancia más óptima en la relación. Como en todos los asuntos, la identificación con uno sólo de los polos (en este caso interés) resta profundidad en su experimentación y la exploración del polo opuesto se la aporta.

El trabajo con polaridades fue de las primeras cosas que me llamó la atención de la Gestalt. Su despliegue mediante la técnica de la silla vacía (un lugar donde simbolizamos aspectos internos propios y/o personas con las que necesitamos explorar alguna situación concreta) permitía la escenificación de los conflictos, no sólo con los demás – cosa que desarrolló el psicodrama- sino también con uno/a mismo/a. ¡Bien! Por fin «la comedura de coco» tenía la posibilidad de ser desplegada y corporeizada en cada una de sus partes enfrentadas. No sólo somos uno/a aunque decimos «yo» para hacer referencia a ese indiviso con el que nos identificamos, estamos formados por muchas partes y, añado, lo más esencial es vacío.

Perls ya habló del punto 0, del espacio de indiferencia creativa (término acuñado por Friedlaender), en su primer libro en el año 42 como un espacio indiferenciado, como el espacio vacío previo a la diferenciación polar en la que se materializan los acontecimientos y a través de la cual los percibimos. Sin embargo, necesité analizarme durante muchos años y acercarme al conocimiento psicoanalítico para empezar a darle espacio. ¡Bendito hueco, más bien boquete, el de la castración! Sí señor, y señora, no somos completos ni lo seremos. Y podemos disfrutar de ello si podemos ir apeándonos de cumplir con el ideal que, desengañémonos, no es nunca nuestro.

No sólo estamos configurados por muchas partes, muchos yoes, sino que somos un entramado de todo lo que hemos ido engullendo y aprendiendo junto con nuestros allegados/as, además de lo recibido de nuestras figuras parentales y maestros/as. Si nuestro grado de neuroticismo no es muy exacerbado, seguimos en ello, transformándonos con nuestro entorno. Es nuestra responsabilidad reconocer a qué obedecemos, detectar lo que nos hemos tragado y seguimos tragando y atrevernos a identificar qué deseo sustentamos. Para dar con ello, en Gestalt le pedimos al paciente que diga en voz alta de qué se da cuenta, momento a momento. Tanto la apertura osada y comprometida a ese proceso, como las interrupciones del mismo, cuando el terapeuta ayuda a que él o la paciente las explore, llevan a cuestiones significativas y asuntos pendientes pasados o actuales que aquel/lla necesita ver, reconocer y encarar para ir sanando. El programa no está hecho, cada recorrido es individual, y además, quien trabaja es el paciente; el terapeuta cobra para hacerlo trabajar.

Finalizando, remarco que en Gestalt, para recorrer el proceso de cura, usamos las sensaciones y las emociones como autopistas para recorrer el camino hacia uno mismo, que no es posible si no se recorre también hacia el otro. Para ello, yo doy especial importancia al reconocimiento y a la atención a los puntos de apoyo corporales; al efecto que tiene la ley de la gravedad sobre toda materia. Proporciona reconocimiento del espacio propio, facilita la apertura a las sensaciones y aporta apoyo para transitar las diferentes emociones que emergen al recorrer el viaje de regreso a casa que supone cualquier psicoterapia profunda.

Quiero añadir aún, que este próximo curso, además de seguir en el equipo de Aula, también desarrollaré mi quehacer en el nuevo local que he abierto en la calle Portaferrissa (donde a partir de ahora haremos los fines de semana de la Escuela del Taller de Gestalt de Barcelona) con el interés de seguir promocionando el saber y el trabajo compartido y de impulsar la modalidad de trabajo grupal.

Muchísimas gracias a todos/as los que me habéis acompañado en estos 30 años.

Cristina Nadal i Muset (2011)

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