Gestalt, psicoterapia emocional

Cuando doy información acerca de la metodología gestáltica, después de englobarla dentro de la psicoterapia humanista, la defino como una terapia eminentemente emocional; sobre ello quiero extenderme un poco más en este escrito.
Desde hace unos años han ido proliferando las terapias llamadas holísticas, entre ellas las que entienden las enfermedades como la expresión de conflictos psíquicos y emocionales. Todas ellas tienen en cuenta los diferentes aspectos del ser humano tanto en su concepción como en su práctica.

El precursor de estos enfoques integrativos fue el llamado Movimiento del Potencial Humano, originado en Norteamérica en los años 50. Fue iniciado, entre otros, por Maslow, interesado en entender al ser humano estudiando también su estados más avanzados (que los llamó las “experiencias cumbre”) y por Rogers que promulgó la atención incondicional y la humanidad del terapeuta como el mejor agente curativo. De ahí nació la Psicoterapia Humanista, oponiéndose al conductismo, que en aquella época tenía como objetivo conseguir un cambio comportamental para aliviar el sufrimiento, y al psicoanálisis, que buscaba y busca la cura a través del desvelamiento del inconsciente mediante la palabra.
La Psicoterapia Humanista entendía que la persona no sólo es su comportamiento o su inconsciente y su mente. Incorporó su cuerpo y sus impulsos, contempló e impulsó su capacidad de sentir y de emocionarse, usó y alentó su capacidad de imaginación y su intuición y también atendió su dimensión espiritual.
Todas las corrientes humanistas atienden el nivel emocional. La Gestalt las despierta a través de la atención a lo que va sucediendo momento a momento y las usa como vía regia por las que el sujeto se puede ir acercando a sí mismo. Aparte del uso emocional defensivo, propio del funcionamiento histérico -que tiene que desmantelarse-, todas las emociones ponen de manifiesto aspectos íntimos. Reconocerlas y darles valor, aporta orientación y significado a las decisiones y elecciones personales. Dado que la angustia suele ser uno de los motivos de consulta, ésta va a ser una de las emociones a las que en sesión también atendemos. Al darle espacio, pueden ir emergiendo justamente las experiencias, con sus correspondientes emociones, que la persona desconoce y quiere evitar y que sustentan su sintomatología y su mal estar.

No es tan simple. El malestar está y las ganas de sentirse mejor también, sino la persona no iniciaría una terapia. Sin embargo, también vienen en el mismo paquete todas las interrupciones defensivas para no entrar en aquello que uno teme, por desconocido, traumático, doloroso… Ahí es uno de los ámbitos donde el uso de lo que el terapeuta siente tiene mayor eficacia. La evitación del propio sentir por parte del paciente sustenta la actitud con la cual está en sesión y con ello contribuye a despertar emociones en el terapeuta. En Gestalt, además de los conocimientos teóricos y técnicos, para realizar nuestra tarea, los terapeutas nos entrenamos no sólo en el reconocimiento sino también en el uso de lo que sentimos frente al paciente para facilitarle el acercamiento a sí mismo.

Termino ahora enfatizando que sentir, reconocer mi experiencia, abrirme a las emociones que se me despiertan en relación con mi entorno y a los tonos emocionales con los que me trato a mí mismo/a, atendiéndolos, asumiéndolos como propios y encarando sus consecuencias, es lo que facilita que mi vida vaya adquiriendo el sentido que tiene y que quiero y puedo darle.

Cristina Nadal i Muset (abril-2009)

Comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.